Benito Lynch |
POR MARÍA ELENA ARAMBURU
De Benito Lynch a los jóvenes
escritores, un repaso de las obras más destacadas concebidas en nuestra ciudad
y sus autores
El panorama histórico de una
narrativa creada en la ciudad, y por escritores residentes en ella, parte
necesariamente de Benito Lynch (1880-1951) y sus primeros "cuadritos
domésticos" que publica en las páginas de El Día, bajo el seudónimo de E.
Thynon Lebic, anagrama de su nombre. Siendo su padre uno de los principales
accionistas, comienza como cronista social y aprovecha la experiencia para
pintar con ironía el pequeño mundillo de esa flamante sociedad provinciana. Sin
valor literario, apenas esbozados los personajes y situaciones, Benito Lynch
nunca los reunirá ni dará a conocer. Desde 1903 a 1913 en El Día aparecen más
de treinta de estos textos que estudiosos como Juan V. Colángelo dieron a
conocer (1) en su momento. Benito Lynch, al amparo de sus muchas lecturas
evoluciona como narrador, y en El Día y La Nación, o en revistas como El Hogar
y Leoplán, entre otras, se dan a conocer los cuentos que hoy se han reunido
bajo títulos como De los campos porteños y Cuentos camperos. Paralelamente a
esta producción de cuentos, va ensayando el formato más extenso de la novela, y
así se suceden Plata dorada (1909), novela de grueso tinte naturalista y en
1910, ya tiene esbozado Los caranchos de La Florida, cuyo primer capítulo
aparece en El Día, aunque su concreción como novela será recién en 1916.
También Lynch experimenta como dramaturgo y en 1911 aparecen en el diario dos
comedias satíricas, El cronista social, de poco éxito al ser representada, y Ex
ungue leonem. Atilio Boveri, amigo del escritor, ilustra la primera con
caricaturas en la revista Ars, que él dirige. Luego va a ilustrar la tapa de la
1ª edición de Raquela (1918), novelita optimista de Lynch, con final feliz. Las
mal calladas (1923) es la única novela de ambiente urbano, pero pese al
hallazgo de su título, carece hoy de interés literario. Inspirado por las
lecturas de viajeros como Charles Darwin y Alexander von Humboldt a nuestras
tierras, concibe El inglés de los güesos (1924), obra ésta donde el arte
narrativo de Benito Lynch alcanza sus mayores logros, ya sea en la pintura del
ambiente, en la psicología de los personajes, en la cuidada progresión
cómico-trágica que lleva al desenlace fatal. El romance de un gaucho (1933), su
novela más extensa, se resiente de la prolongación de un conflicto que va
perdiendo interés en los muchos vericuetos de la trama. La Nación la publicó
previamente en forma de folletín. La progresiva reclusión de Benito Lynch que
lo llevó al aislamiento casi total, privó a la ciudad de uno de sus
intelectuales y narradores más interesantes. Falleció en 1951 en la casa de la
diagonal 77, dejando el misterio de su silencio y el enigma de su personalidad.
Narradores contemporáneos a
Benito Lynch, que publicaron obra narrativa en la década del 30 -resume Enrique
Sureda (2)-, fueron José Cendoya, cuentista, y José Picone -conocido poeta y
hombre de la cultura- con la novela María, la inmigrante. En 1938 aparecen Ruta
trágica de Alejandro Denis y Silvano Ponce, de Delfor V. Méndez. Las décadas
del 40 y 50 van a ver el surgimiento de nombres como Alejandro Denis Krause,
hijo del anterior, reconocido periodista, con dos nouvelles, Agosto febril
(1943) y La historia del señor Andrés (1944), de ambiente kafkiano. Alberto
Ponce de León obtiene el Primer Premio de Emecé con La quinta (1956), sobre la
decadencia de una familia y los prejuicios de clase; la novela Mi propia horca
(1956) de Juan Manuel Villarreal, sale finalista en 1955 de los premios Kraft
de novela. Curiosamente la novela que obtuvo ese premio de la prestigiosa
editorial, fue Niño Pedro (1956), de Pilar de Lusarreta, ambientada en nuestra
ciudad, en los tiempos iniciales de la fundación.
MITAD DEL SIGLO XX
En 1958 la editorial Hachette da
a conocer El hombre olvidado, de Rodolfo Falcioni,(1916-1979) reconocido médico
y escritor que ya había publicado dos volúmenes de cuentos y una novela corta,
de dispar valor. La novela del 58 fue múltiplemente premiada y requerida para
el cine, y Oscar Fraga la ilustró como historieta en las páginas de este diario
entre 1977 y 1978. El marco histórico es el de la Campaña al Desierto y el tema
la desilusión amorosa y el vacío ante la inestabilidad de los valores. Como dramaturgo,
se conocen dos obras de Falcioni, A través del espejo (1957) y Beatriz no
quiere desnudarse (1964). El cuento El cedro herido, publicado en El Día en
1961, fue plagiado en el filme Los Monstruos, de Ettore Scola y Dino Risi y su
autor resarcido luego ante el reclamo. Otra novela platense llevada al cine fue
Pobres habrá siempre de Horacio Velázquez, de fuerte denuncia social,
protagonizada por Hugo del Carril.
Ya en la década del 60 se da a
conocer con varios volúmenes de relatos y novelas, el profesor Andrés H.
Atanasiú (1925-2009), de origen ensenadense pero radicado en La Plata. A
títulos como Sandro o la soledad y El maestro, ambas nouvelles de 1963, le
siguen Los restos del naufragio, premio del Fondo Nacional de las Artes en 1970
y La luna en menguante (1976). La temática de estas obras -de acento kafkiano-,
es la imposibilidad de transmitir el mundo interior, la espera de algo que
nunca sucede, la decepción y la soledad más raigal. Preludio y muerte de amor
(1994) es la última novela de este autor recientemente fallecido. Su obra ha
sido traducida al japonés y al griego, y es objeto de estudio y de tesis en el
extranjero.
En 1967, la obra El río, de Perla
Ayllón, recibe el Premio Olivetti con un jurado internacional y Borges la
recomienda para su publicación.
AURORA VENTURINI Y GABRIEL BAÑEZ
Por su incansable actividad
literaria, la originalidad de su estilo, el reconocimiento de numerosos premios
y distinciones en el país y en el exterior, se impone en la ciudad el nombre de
la destacada escritora Aurora Venturini (1922). El premio Nueva Novela Página
12, de 2007 a Las primas ha sido el hecho más resonante de su actividad
creativa en años recientes, pero su obra narrativa comienza en 1963 cuando la
Municipalidad da a conocer su libro de relatos Cuaderno de Angelina (Premio
Raúl Scalabrini Ortiz, 1973), y desde entonces, además de sus libros de poesía,
ha dado títulos como Progrom del cabecita negra (1969),(Premio Municipal), Las
Marías de Los Toldos (1991) Premio del FNA, Nosotros, los Caserta (1992)(Premio
Pirandello de Oro, de Sicilia), La Plata, mon amour (1993), Hadas, Brujas y
señoritas (1997), Me moriré en París, con aguacero (1998), Bruna-Maura,
Maura-Bruna (2006), Las primas (2008).
Prosa intensamente poética la de
estas narraciones, sus descarnadas evocaciones donde se mezcla lo
autobiográfico con el "delirio consciente", traen ecos del tortuoso
universo de William Faulkner, y también del cándido pero implacable narrador
que encontramos en Truman Capote. La historia y la política argentinas de
mediados del siglo pasado atraviesan esas páginas cargadas del dramatismo de
enfrentamientos irreconciliables, persecuciones y exilio. La experiencia de
lectura que propone Venturini desde estos textos, es una huida de todas las
normas que se tienden alrededor del género y un desafío a abismarse en los
oscuros meandros de voces narrativas que vacilan en los bordes de lo real y lo
fantástico, de la lógica y la locura, de la fe y el nihilismo. Aguda ensayista,
Aurora Venturini ha hecho valiosas traducciones y estudios críticos de los
poetas franceses, François Villon, de Isadore Ducasse (Conde de Lautréamont) y
de Arthur Rimbaud, trabajos por los que el gobierno de Francia le otorgó la
condecoración de la Cruz de Hierro. En 2009, Las primas fue distinguida en
Madrid con el "II Premio Otras voces, otros ámbitos" como la mejor
novela en español editada ese año. Como estímulo a la creación literaria,
Aurora Venturini convoca anualmente, desde 2002, al Premio Literario que lleva
su nombre, en distintos géneros. La escritora continúa su incesante actividad
creadora y actualmente se pueden leer sus columnas en El Día y Página 12.
Porque el que se fue/ con lo que
llevó/ se dejó el silencio/ y llevó la voz/, dicen antiguos versos de poeta
español cuando evocamos a Gabriel Báñez. En julio del 2009 La Plata, la
literatura y el periodismo argentinos sufrieron el impacto de una partida
inexplicable. En El Día llevaba más de tres décadas al frente del suplemento
literario al que había ingresado muy joven y desde donde dio cátedra de crítica
y teoría literaria, además de promover y alentar, con inusual generosidad, la
difusión de escritores nóveles. Escritor de enorme talento, no siempre
reconocido, eligió quedarse en el universalismo profundo de La Plata porque desdeñaba
el provincianismo de los círculos literarios porteños, a los que nunca adhirió.
Había obtenido poco tiempo antes de su fallecimiento, en octubre del 2008, el
Primer Premio Internacional de Novela Letra Sur, por La cisura de Rolando,
además de estar incluido entre los autores argentinos seleccionados para la
Feria de Frankfurt. Su producción narrativa, siempre en la búsqueda de la
experimentación estética abarca Parajes (1977), El capitán Tresguerras fue a la
guerra (1980), Hacer el odio (1982), El curandero del cuarto oscuro (1990),
Paredón, paredón (1992), Los chicos desaparecen (1993), llevada al cine, Virgen
(1998), Cultura (2006).
Un trabajo incesante sobre la
palabra, una constante reflexión no exenta de humorismo sobre las posibilidades
expresivas, una mirada irónica -desencantada y tierna a la vez- sobre la
condición humana, alientan en las novelas de este gran narrador. Desde La
Comuna Ediciones hizo una inmensa tarea de difusión de la literatura local. La
editorial, en homenaje póstumo, publicó en noviembre de 2009, Posted by, corte
y confección de antología, una colección de notas -ingeniosas, lúdicas, cómicas
y tremendamente nostálgicas-, del blog de Báñez. La introducción a cargo de
Juan Becerra y Sergio Pujol dan cuenta de la dimensión humana y artística del
desaparecido escritor.
OTROS CONTEMPORANEOS
Escritoras contemporáneas a Báñez
son Paulina Juszko, con títulos como Te quiero solamente pa'bailar la cumbia
(1995), narrativa comprometidamente confesional, Esplendores y miserias de Villa
Teo (1999), mistificada fábula de Villa Elisa, El año del bicho bolita (2008),
experimento goyesco de una realidad desarticulada. Graciela Falbo, prestigiosa
narradora de la ciudad, cuya mayor producción se reconoce en la literatura
infantil, ha sido numerosas veces premiada y reconocida por libros como El
fantasma del cañaveral; El conquistador; El misterioso ombú de la fábrica,
entre otros.
En 1985 sorprendió la noticia de
un joven escritor platense, hasta entonces desconocido, que se hacía acreedor
al Premio Fortabat de novela con Tejiendo agua. Leopoldo Brizuela (1961)
desarrolla desde entonces una carrera ascendente en la narrativa, que incluye
el Premio Clarín de Novela en 1999 por Inglaterra, una fábula, ampliamente
traducida y elogiada por la crítica desde su publicación. El placer de la
cautiva (2000), nouvelle, Los que llegamos más lejos (2002), cuentos, son otros
tantos títulos de su abundante producción literaria que se destaca por el
refinamiento de una prosa en la que convergen las más variadas vertientes de la
literatura occidental. Especialista en temas folklóricos, Brizuela ha publicado
libros de reportajes a cantantes y también una serie de obras sobre el arte de
escribir. Despliega una intensa actividad periodística como crítico literario
en Clarín, La Nación y Página 12. Dirige, también, un taller literario.
Esteban López Brusa (1964) se dio
a conocer como original narrador con La temporada (1999), obra finalista del
Premio Planeta 1996 y luego, con La yugoslava, obtuvo el Premio Leopoldo
Marechal de Novela Breve 2001. Su última obra, Huevo o Cigota (2009) lleva el
título homónimo del programa que condujo por Radio Universidad. La muela del
juicio, reconocida revista literaria, fue fundada y codirigida por él. Enseña
literatura desde las aulas del Colegio Nacional y en su taller literario. Otros
nombres destacados de la narrativa platense actual, con obras premiadas son
Juan Bautista Duizeide, con En la orilla, Premio Leopoldo Marechal de Narrativa
Breve 2004, y Kanaka, Premio Julio Cortázar de Novela corta, 2004. Este
escritor original de Mar del Plata, ha realizado su obra narrativa y
periodística en la ciudad. Juan José Becerra (1965), nació en Junín pero reside
en La Plata, desde donde ha dado significativos títulos como Santo (1994), Atlántida
(2001); Miles de años (2004) y la más reciente Toda la verdad (2010). Sus
colaboraciones como agudo crítico literario suelen aparecer en los suplementos
culturales de diarios y revistas de actualidad, así como en programas radiales.
Ha desplegado una intensa labor además, como coordinador en el Centro Cultural
Islas Malvinas. Ramón Tarruela (1973), también coordinador de ciclos culturales
vinculados a la literatura en ese Centro, ha dado a luz obras comprometidas con
la ciudad como Crónicas de una ciudad, historias de escritores vinculados a La
Plata (2002), Mitos y leyendas de la Plata (2007), y una novela, Balbuceos
(2008), además de participar de un sello editorial. Claudia Bernazza con
Crónicas de la ciudad perfecta (2000), María Laura Fernández Berro, con El
camino de las hormigas (2005) abordan, asimismo, narraciones ancladas en la
historia de la ciudad. Entre los más recientes, debemos mencionar a Fernando
Alfón (1975) que lleva publicados Miseria de los felices (1998), El vallado
bermejo (2000) y Que nunca nos pase nada (2003). Por su parte, Facundo Báñez
(1976), conjugando su aquilatado oficio del periodista con el de narrador,
publicó Sueño macho (2001), y Un león en la trinchera (2008).
Conscientes de que en este
recorrido habrá involuntarias omisiones, deseamos que a los lectores este
panorama le aporte un conocimiento más amplio de los muchos valores que se han
dado y se están dando en la literatura local, y que ello sirva para el sostén
que toda actividad creadora merece.
María Elena Aramburú es docente,
ex rectora del Colegio Nacional y coautora del libro "Historia literaria
de La Plata", junto a Guillermo Pilía (127 Aniversario de El Día")